f.j.Rabadán

lunes, 8 de marzo de 2010

Mi amigo gualberto, entre el blues,lo andaluz y la india

Corrían los años finales de la década de los 60,  Sevilla: Gualberto y otros amigos, melenudos o no, entre los que  a menudo me encontraba yo, solíamos ir, a veces, con una o varias guitarras, ora con flautas, ora con bongos, ora con armónica, ora con cualquier instrumento u objeto sonoro del alrededor, susceptible de crear con él ritmos o melodías más o menos simples. El Campo de Manes(hoy Parque de los Príncipes), era por aquel entonces ,una amplia extensión casi llana, ondulada por  montículos, de antiguas escombreras, lleno de vegetación feraz, donde abundaban sobre todo los jaramagos, el paludú  y los pepinillos del diablo, salpicada  de vez en cuando por pequeños grupos de protectoras palmeras o acacias. No había horas para ir, pero tocábamos por la mañana hasta que la noche nos sorprendía. A veces  parábamos para ir a comprar algún bocata, ir a casa o comer en casa de Antoñito Smash, que caía cerca. La música fluía natural, a veces sobre algún tema conocido de Beatles, Jimi Hendrix, Doors, Rolling , Dylan y un largo. etc..Pero casi siempre sobre improvisaciones que podían durar horas, todo un manantial de creatividad. Estas especies de rapsodias de blues, aderezadas con toques andaluces, hindúes, de Chicago o S. Francisco, África o Liverpool, se entretejían como una alfombra llena de dibujos, de vivos y variados colores ; mezclando con  imaginación sonora todo tipo de armonías, que hoy llamarían “fusiones”, pero que en aquellos momentos eran simplemente expresiones  del sentimiento más puro. Sin  más. “Hagamos música de caracoles”, me decía Gualber. La verdad es que, por aquel entonces , al principio, yo solía desafinar bastante, pero esto no era óbice para que Gualberto se adecuase a mi forma de expresarme musicalmente, muy “libre” y poco formalista, hasta que alcanzábamos el “punto Total” un “punto gordo”, que rozaba el éxtasis. Aunque no lo sabíamos, era nuestra forma de ser libres.
 No fue el único lugar, sino que era normal deambular, llenos nuestros bolsillos, guitarras y armónicas, de imaginaciones, por el Parque de Mª Luisa( “Estanque de los Lotos”), debajo del puente de los Remedios, en el Parque de las Estatuas, por cualquier casa abandonada o en los locales de ensayo de Smash u otros. Allí nos encontrábamos con  innumerables y variopintos amigos, con otras amigas, y volvían  a  producirse encuentros musicales y de otros tipos…
  Así se forjaron, los músicos y músicas de la Escuela sevillana.
Escribo esto  a colación de un video que he recibido de mi amigo Gualberto, donde se ve tocando, al sitar, esa mezcla mágica de blues y bulerías, que me ha hecho evocar un poco aquellos años. Solo un maestro como Gualberto, podía haber realizado tan natural mezcla, porque era lo que siempre habíamos improvisado.
                             Salud amigos de entonces, salud Gualber.